Mons. Fr. Julio María Elias Montoya, OFM,
Obispo del Vicariato Apostólico del Beni y
Presidente de la Comisión de Laicos
de la Conferencia Episcopal de Bolivia:
Muy queridos Cardenal Julo terrazas, hermanos en el episcopado, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y hermanos y hermanas de las Comunidades Eclesiales de Base de América Latina y el Caribe:
Después de la calurosa bienvenida que nos ha dado nuestro Cardenal Julio, arzobispo de Santa Cruz, arquidiócesis que tiene la gracia y el privilegio de ser la anfitriona de este transcendental VIII Encuentro de Comunidades Eclesiales de Base Latinoamericano y del Caribe por ser el primero después de la V Conferencia de Aparecida, el Equipo de CEBS Bolivia, representado por mi persona como Presidente de la Comisión de Laicos de la Conferencia Episcopal Boliviana, les desea, con la bendición del Dios Uno y Trino, la realización exitosa de los objetivos de este encuentro. El tema: “Con Cristo tejemos redes de vida, las impulsamos y las celebramos”, y lema “Las Cebs somos esperanza para un mundo nuevo que ya esta aconteciendo” –están en plena sintonía con la vida y la palabra de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y el Caribe, que nos reclaman ser discípulos misioneros de Jesucristo –Camino, Verdad y Vida- para que nuestros pueblos en El tengan Vida.
Después de la calurosa bienvenida que nos ha dado nuestro Cardenal Julio, arzobispo de Santa Cruz, arquidiócesis que tiene la gracia y el privilegio de ser la anfitriona de este transcendental VIII Encuentro de Comunidades Eclesiales de Base Latinoamericano y del Caribe por ser el primero después de la V Conferencia de Aparecida, el Equipo de CEBS Bolivia, representado por mi persona como Presidente de la Comisión de Laicos de la Conferencia Episcopal Boliviana, les desea, con la bendición del Dios Uno y Trino, la realización exitosa de los objetivos de este encuentro. El tema: “Con Cristo tejemos redes de vida, las impulsamos y las celebramos”, y lema “Las Cebs somos esperanza para un mundo nuevo que ya esta aconteciendo” –están en plena sintonía con la vida y la palabra de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y el Caribe, que nos reclaman ser discípulos misioneros de Jesucristo –Camino, Verdad y Vida- para que nuestros pueblos en El tengan Vida.
La conversión pastoral de las Comunidades Eclesiales de Base, que hace que tejan redes de vida, las impulsen y las celebren para ser familia de familias (Ap 119) y hacer de la parroquia, Comunidad de comunidades (Ap. 179), debe llevar a quienes vive este lugar eclesial, básico par la comunión, a seguir a Jesucristo y configurarse con El, siendo así, animados por el Espíritu Santo, enviados a anunciar el Evangelio del Reino de la vida. De ahí la importancia capital de Con Cristo.
En cuanto al lema –Las CEBs esperanza par aun mundo nuevo que ya esta aconteciendo- el documento de Aparecida, n 44, nos dice hablar de la realidad de nuestros pueblos: “Vivimos un cambio de época, cuyo nivel más profundo es el cultural. Se desvanece la concepción integral del ser humano su relación con el mundo y con Dios… Surge hoy, con gran fuerza, una sobrevaloración de la subjetividad individual. Independientemente de su forma, la libertad y la dignidad de la persona son reconocidas. El individualismo debilita los vínculos comunitarios y propone una radical transformación del tiempo y del espacio, dando un papel primordial a la imaginación. Los fenómenos sociales, económicos y tecnológicos están en la base de la profunda vivencia del tiempo, al que se le concibe fijado en el propio presente, trayendo concepciones de inconsistencia e inestabilidad. Se deja de lado la preocupación por el bien común para dar paso a la realización inmediata de los deseos de los individuos, a la creación de nuevos y, muchas veces, arbitrarios derechos individuales, a los problemas de la sexualidad, la familia, las enfermedades y la muerte”.
Frente a estos desafíos, de las CEBs se convierten en motivo de esperanza para un mundo nuevo, por ser escuelas que han ayudado y seguirán ayudando –esto ya depende de nosotros- “a formar cristianos comprometidos con su fe , discípulos y misioneros del Señor, como testimonia la entrega generosa, hasta derramar su sangre, de tantos miembros suyos” (Ap. 178)
Estimados hermanos y hermanas, que estos días de Encuentro, desde el ser y hacer Iglesia como Comunidades Eclesiales de Base, sirva, tal como nos dice el documento de Aparecida (11) para confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros. Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino, protagonistas de vida nueva para una America Latina que quiere reconocerse con la luz y la fuerza del Espíritu.
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